Durante los últimos años, esa revolución digital conocida como digitalización ha cambiado la forma en que las grandes empresas hacen negocios, en qué ciudadanos realizan sus compras o gestiones y en las que los estados manejan sus asuntos. Sin embargo, en este contexto hay segmentos del mundo empresarial que parece haber quedado algo descolgado de ese proceso. Hablamos de las medianas y sobre todo de las pequeñas empresas, que aún hoy mantienen buena parte de sus procedimientos tradicionales sin aprovechar todo lo que esta digitalización les ofrece.
Un uso limitado de la tecnología
Pensemos en una persona que se compra un vehículo de alta gama y lo dedica únicamente para ir a comprar al supermercado de vez en cuando. Es obvio que esa persona está realizando un uso inadecuado del vehículo, ya que no está sacándole todo su potencial. Pues justamente esto es lo que ocurre en muchas empresas pequeñas y medianas, en las que el proceso de digitalización se ha limitado a aspectos como la facturación, mantener un contacto por correo electrónico o, como mucho, tener algún perfil en una red social. Es cierto que no todas las empresas necesitan una presencia tan intensiva en Internet como la de una gran compañía, pero también es verdad que el hecho de estar en la red con una presencia adecuada es una buena fuente de clientes. Sobre todo si se realiza un buen posicionamiento de la compañía en aquellos mercados que más les interesen.
Este proceso de digitalización también afecta a los procesos internos, más allá de los relacionados con facturación o contabilidad. Prácticamente todas las empresas pequeñas o medianas pueden implantar sistemas diversos que les ayuden a ahorrar dinero en las gestiones diarias, en la planificación de sus procesos productivos o en la prestación de sus servicios. Todo ello sin olvidar la fidelización al cliente, que tan importante resulta en aquellas empresas que se dediquen a prestar servicios o a vender productos directamente a la ciudadanía. Por tanto, ese uso limitado de la tecnología que venimos comentando debería romperse y fomentarse por parte de los propios empresarios planteando esta situación como una inversión necesaria para mejorar su situación.
Oportunidades para todos
En el párrafo anterior ha quedado latente la presencia de un nicho poco explotado para las empresas dedicadas tanto al sector tecnológico como al profesional de la presencia web. Las primeras tienen un gran mercado para vender sus productos y servicios, pequeñas y medianas empresas puedan mejorar su productividad, reducir sus costes y obtener mejores resultados en el día a día.
En el otro apartado, hay una buena oportunidad para Agencias de publicidad, empresas desarrollo web y otras compañías análogas que se dediquen a posicionar adecuadamente a estas pequeñas empresas en la red, facilitando así un mayor conocimiento de los productos y servicios que prestan. Algo que va mucho más allá de un simple perfil en Google Maps o abrir una página en Yelp, por lo que si estas empresas son capaces de crear paquetes de servicios personalizados y a precios competitivos seguramente también tengan posibilidades de explotar adecuadamente este segmento del mercado.
Hay un tercer sector al cual también le interesa subirse al carro de esta digitalización. Hablamos del sector de la formación tecnológica. Hasta ahora, hemos hablado de los medios y de la necesidad de comunicar, pero no de la necesidad de formar a las personas que trabajan en esas empresas en el buen uso y aprovechamiento de las tecnologías que van a tener a su disposición. Por tanto, este sector de la formación también va a beneficiarse si decide enfocar parte de su oferta sobre estas pequeñas y medianas empresas que mencionamos.