La economía circular ofrece múltiples oportunidades para la actividad productiva del país. Ya sea para aumentar la eficiencia de los procesos, reducir los impactos negativos de las empresas, aumentar el valor agregado de los productos y aportar en la sostenibilidad financiera, social y ambiental de las compañías. A la larga se trata de operar de forma más eficiente, disminuyendo las externalidades negativas y aumentando las externalidades positivas.
Todo esto debe ser capturado por el mercado en materia de mayor valor, ya sea por la vía de reducir el riesgo, así como por la de aumentar el valor percibido por los clientes.
Desde luego Chile tiene características muy interesantes para robustecer su trabajo en la línea de la economía cirular, en este ámbito a través de desafíos que están principalmente dados por tres componentes.
Economía circular en Chile
En primer lugar, están las evidentes restricciones en cuanto a eliminar residuos en el medio ambiente. Aunque este debe ser un desafío común a todos los países, hay algunos que pueden afrontarlo antes, ya que tienen menos espacios disponibles para desechar residuos, evidencian altos niveles de contaminación producto de la economía lineal, tienen regulaciones más estrictas o han asumido compromisos claros en esta materia y tienen una agenda encaminada. Chile cumple con todas estas condiciones, además de exhibir una sociedad cada vez más empoderada y consciente de la importancia de este trabajo, y por lo tanto debemos avanzar rápidamente hacia circularizar el ámbito de los residuos, evitando que estos lleguen al medioambiente.
Luego está la particular condición de nuestra economía al tratarse de un país con vocación exportadora. En esa línea, los mercados de destino de nuestros bienes y servicios son cada día más exigentes, y por lo tanto tenemos el deber y la oportunidad de darle a nuestros productos el sello de la circularidad desde el origen y desde el diseño. Así, cada día podremos obtener más y mejores oportunidades de negocios en un mundo que avanza hacia la circularidad.
Por último, Chile importa gran parte de los productos elaborados que se comercializan en el país, por lo tanto debemos empezar a poner especial atención en no estar trayendo residuos innecesarios o que no podamos resolver, ya sea por la composición particular de lo que se importa, así como por la vida útil (ciclo de uso) de dichos productos. Esto debiera estar en la agenda pública y en el interés de los diversos agentes económicos.
Diversas tecnologías que se han acelerado globalmente nos están permitiendo entender el producto no sólo como sujeto de una venta puntual, sino que como objeto potencial de prestación de servicios que puede mejorar la recurrencia de ingresos y reducir el impacto ambiental. Esa visión ha permeado en el ámbito empresarial y es ahí donde están ocurriendo algunas de las principales innovaciones en materia de economía circular en nuestro país.
Desde TriCiclos y Manuia, actualmente impulsamos iniciativas que permitan materializar negocios que tengan en el centro la circularidad y contribuyan a la acción climática. En ese sentido nos hizo mucho sentido vincularnos activamente en la reciente Ronda de Negocios “Economía Circular: Reactivación con Impacto”, ya que se trata de instancias que pueden ser una efectiva herramienta para promover la vinculación y complementariedad entre industrias y empresas, además de un espacio de intercambio comercial que facilite la materialización de inversiones y desarrollos de nuevos negocios, además de una fuente de transferencia y difusión que informa y actualiza sobre nuevas tecnologías, prácticas, y tendencias de mercado.
Detrás de ella, existe un trabajo colaborativo entre Corfo, Sistema B y Mentores de Impacto, y una gran contribución por parte de la Unión Europea con su Programa Euroclima+, bajo el marco de la presidencia de Chile en la COP25. Así, buscamos democratizar los espacios de conexión y masificar el uso de modelos circulares en nuestras cadenas productivas, ya que nos conduce a mayor productividad, mayor eficiencia y más innovación.
Columna redactada por Gonzalo Muñoz, Champion COP25, Cofundador Sistema B. Conoce más artículos de opinión en Zoom Tecnológico.