Ante la suspensión de clases presenciales debido a la pandemia fueron evidentes las desigualdades en materia de infraestructura tecnológica para la educación en América Latina (AL). Mientras que en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el 71% de las escuelas poseían dispositivos digitales para llevar a cabo actividades académicas, en la región latinoamericana solo el 36% contaba con estos elementos según estadísticas en base a las pruebas PISA (2018), todo esto pese a los esfuerzos realizados por distintos gobiernos para entregar equipos, formar docentes y cerrar brechas digitales. Sin embargo, los esfuerzos gubernamentales han sido pocos en cuanto a promover programas con abordajes integrales en los que la adopción de la tecnología adquiera sentido, de manera transversal y vinculada a las capacidades que se buscan promover.
En este contexto, nos unimos, desde Intel, al banco interamericano de desarrollo de América Latina (CAF) y al Centro para la Cuarta Revolución Industrial de Colombia para la elaboración de un estudio titulado “Mirada integral de la adopción de tecnologías para el aprendizaje 4.0 en América Latina”. Con eso, nos propusimos a obtener un enfoque de inclusión de la tecnología en la educación contemplando las siguientes cuatro dimensiones: (1) conectividad, nube y dispositivos; (2) protección de datos del menor y seguridad; (3) programas de inclusión de tecnologías, desarrollo de competencias, métricas y contenidos; y (4) formación y acompañamiento al docente.
Con los resultados del estudio regional, pudimos determinar de forma comparativa que, en el plano internacional, existe una mayor cobertura frente a las cuatro dimensiones analizadas en países como Corea del Sur, España, Estados Unidos, Estonia, Portugal, Singapur y Suecia. Todos países que cumplen con la meta establecida por la Comisión de Banda Ancha de Naciones Unidas para 2025. Y que también presentan un gasto en banda ancha fija por un paquete de 5GB menor al 2,0% del PNB per cápita, además, según PISA (2018), estos países cuentan con un 90% de conectividad en hogares y de un 80% en escuelas.
Sin embargo, nuestro panorama en América Latina es sumamente distinto, pues la conectividad en los hogares de la región oscila entre el 60 y 80%, y resulta mucho más limitada en las escuelas, con deficiencias en la velocidad y calidad del acceso a banda ancha, donde solo el 31% de las escuelas tiene acceso a un internet lo suficientemente rápido para llevar a cabo actividades educativas. A eso hay que sumar, que solo el 66% de los hogares en la región tienen acceso a dispositivos, mientras que este porcentaje baja aún mas en las escuelas, llegando al bajo margen del 36%.
Una mirada más regional de la educación y el aprendizaje
Para entender con mayor claridad las cifras anteriores correspondientes para América Latina, el estudio elaboró un análisis regional el cual tomo como objeto de estudio a Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay, los cuales fueron agrupados según su estado de madurez digital, creando tres grupos principales: países maduros digitales con programas integrales; países en progreso; países incipientes.
A partir del análisis regional, el estudio estableció algunos limitantes para la incorporación de tecnologías en los modelos de educación. De esta forma, se ha determinado que existe poca autonomía de las escuelas y sus equipos directivos, una escasa disponibilidad de equipos pedagógicos y técnicos de acompañamiento a los docentes, poco tiempo de planificación que se destina para construir modelos integrales, y una cantidad muy limitada de recursos profesionales en las escuelas para que los docentes puedan aprender a usar dispositivos digitales.
Tomando en cuenta que los modelos de inclusión de tecnologías han evolucionado drásticamente, es necesario que estos cambios vayan acompañados con una nueva concepción de aprendizaje. Reformas en los planes de estudio, modificaciones en la arquitectura del aula y reformulación del rol docente, entre otros aspectos, son elementos cruciales para el futuro de la tecnología asociada a la educación. Eso pues la adopción de nuevas tecnologías para transformar los modos de enseñanza requiere un enfoque que contemple distintas dimensiones.
Recientemente, en la región destacan iniciativas educativas de estado que buscan migrar al enfoque integral. Tal es el caso del programa Conectar Igualdad que ha sido recientemente relanzado en Argentina, de la política de Tecnologías para Aprender de Colombia, y la apuesta del gobierno del Salvador por dar un salto en materia de acceso y contenidos. Estas políticas tienen en común que no solo se preocupan por entregar tecnología, sino porque la tecnología sirva para los fines educativos y también incorporan iniciativas de masificación de contenidos y entrenamiento a los docentes. por todo lo mencionado anteriormente que con este estudio rescatamos el modelo integral, que busque centrarse en el aprendizaje y no en el acceso a la tecnología (partiendo de la base que es la tecnología la que potencia el aprendizaje y no al revés). Por ejemplo, bajo un modelo integral, los programas de gobierno basados en la adquisición de tabletas deben revisarse, ya que no se entiende cómo estos dispositivos pueden ser usados para el aprendizaje de las habilidades requeridas para la Industria 4.0 Además, vemos es necesario un modelo que contempla la generación de un círculo virtuoso entre una definición precisa de objetivos de aprendizaje, espacios y modalidades de trabajo que promuevan las buenas prácticas entre docentes, y matrices de progresión en el desarrollo de competencias. Al final, nuestro objetivo con este proyecto es de construir una agenda integral respecto a la adopción de tecnologías para el aprendizaje en América Latina.
Columna redactada por Carlos Rebellón – Director Government Affairs Americas, Mexico and Canada en Intel Corporation. Conoce más artículos de opinión en Zoom Tecnológico.