La competencia por el control y desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) ha escalado a una disputa pública y legal. Meta, la compañía de Mark Zuckerberg, y Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, se han unido en un esfuerzo por evitar que OpenAI, la startup líder en IA generativa, continúe su proceso de conversión en una organización con fines de lucro.
El principal argumento que Meta presentó en una carta dirigida al fiscal general de California, Rob Bonta, es que una reestructuración beneficiaría injustamente a los inversores, quienes podrían aprovechar ventajas fiscales reservadas para organizaciones sin ánimo de lucro. Meta advierte que este cambio podría tener “implicaciones sísmicas para Silicon Valley”, y pide al gobierno tomar “acciones directas” para frenar el proceso.
El contexto detrás del conflicto
La postura de Meta coincide con los esfuerzos que Elon Musk ha emprendido desde hace tiempo para impedir esta transformación. Musk, uno de los cofundadores de OpenAI, ha solicitado en repetidas ocasiones al gobierno estadounidense intervenir, llegando incluso a presentar acciones judiciales. También ha acusado a OpenAI y su principal inversor, Microsoft, de favorecer intereses privados en detrimento del objetivo original de la startup: desarrollar IA en beneficio de la humanidad.
Musk no está solo en esta lucha. Meta, uno de los competidores más relevantes en el ámbito de la IA, se alinea ahora con él. En su carta al gobierno, la empresa de Zuckerberg destaca que tanto Musk como Shivon Zilis, exdirectiva de OpenAI, están “bien posicionados para representar los intereses de los ciudadanos californianos” en este asunto.
La respuesta de OpenAI
Ante estas acusaciones, OpenAI ha defendido su postura publicando mensajes y correos electrónicos que arrojan luz sobre la relación histórica con Musk. Según la startup, las críticas actuales no son más que “un caso de envidia”, argumentando que las demandas carecen de fundamento.
De acuerdo con la cronología que presentó OpenAI, Musk había sugerido en 2015 que la empresa tuviera un componente con fines de lucro. Posteriormente, en 2017, propuso fusionar OpenAI con una empresa de hardware emergente, con la condición de recibir una participación mayoritaria del 50% al 60% y un control total de la compañía. Sin embargo, la directiva rechazó la oferta, así como una propuesta posterior para fusionarse con Tesla. Al no concretarse su visión, Musk rompió lazos en 2018 e inició una campaña pública y legal contra OpenAI.
OpenAI expresó que “respeta los logros de Elon y está agradecida por sus contribuciones iniciales”, pero insistió en que “debería competir en el mercado en lugar de en los tribunales”. La startup también enfrenta procesos legales por parte de Microsoft, el gigante tecnológico que ha invertido más de 10,000 millones de dólares en ella.
El objetivo de la reestructuración de OpenAI
OpenAI fue fundada en 2015 como una organización sin ánimo de lucro con la misión de desarrollar una Inteligencia Artificial general que beneficie a toda la humanidad. No obstante, su modelo original dificultó la obtención de recursos financieros suficientes para mantener el desarrollo de tecnologías avanzadas.
En 2019, OpenAI creó una filial con fines de lucro para atraer inversión y financiar los costos crecientes de sus modelos de lenguaje, como los populares LLM (Large Language Models). A partir de este cambio, logró asegurar inversiones significativas, siendo Microsoft su mayor aliado.
Ahora, la posible conversión total de OpenAI a una empresa con fines de lucro generaría nuevas oportunidades al eliminar los límites a las ganancias de los inversionistas, haciéndola aún más atractiva. Sin embargo, este paso también ha generado preocupaciones en competidores como Meta y en figuras como Musk, quienes argumentan que podría concentrar el poder de la IA en manos de unos pocos actores privados.
Implicaciones y conclusión
La disputa por OpenAI refleja la creciente rivalidad en el mercado de la IA y el temor de que la concentración de recursos en manos de un pequeño grupo de empresas termine por limitar la innovación y el acceso equitativo a esta tecnología. Si bien OpenAI ha defendido su reestructuración como una necesidad para financiar su desarrollo, Meta y Musk advierten que el cambio favorecería intereses particulares y dejaría de lado el propósito original de la startup.
El desenlace de esta controversia tendrá un impacto significativo no solo en OpenAI y sus competidores, sino también en el futuro del desarrollo y control de la Inteligencia Artificial a nivel global.